miércoles, 13 de agosto de 2014

Pablo Gaona Miranda: “Recibir la noticia después de años de búsqueda fue sensacional"

Luego de la lectura del requerimiento de elevación a juicio y de los testimonios de los tres imputados, Pablo Gaona Miranda declaró el lunes en el juicio que intenta condenar a los responsables de su apropiación. A continuación declaró su Abuela paterna Justa Paiva y tres de sus tíos Gaona Paiva: Rigoberto, Gilberto y Oscar. Fueron seis horas ininterrumpidas de testimonios conmovedores que ya comienzan a echar luz sobre la verdad.

EL TESTIMONIO DE PABLO GAONA MIRANDA
En su testimonio Pablo Gaona Miranda declaró con entereza, frente al tribunal Oral Nº 5, pero también frente al militar que lo habría entregado, Héctor Girbone, y quienes lo ocultaron, anotaron y criaron como hijo propio durante 34 años, Salvador Norberto Girbone y Haydeé Raquel Ali Ahmed.
Pablo narró: “Desde que tengo uso de razón me dijeron que era adoptado y que me habían traído de Misiones, hasta la adolescencia no hice muchas preguntas sobre la adopción. En realidad como me dijeron que era adoptado nunca pedí los papeles. De adolescente, me acuerdo que me pregunté por qué en mi DNI decía que yo era de San Fernando si había nacido en Misiones. Me respondieron que era para facilitar los papeles”. Luego Pablo narró cómo avanzaron las dudas: “Alrededor de 2001 empiezo a sospechar, primero por estas cuestiones: porque estaba anotado en San Fernando, porque había un familiar militar que es mi padrino… Pero  pasé muchísimos años tratando de negármelo a mí mismo, porque el hecho de pensar que podía ser hijo de desaparecidos era un pesar muy grande. Hasta 2008 se fue incrementando la duda, cada vez que escuchaba hablar a un nieto restituido, o una Abuela o Madre (de Plaza de Mayo) me conmovía”. Pero el desenlace ocurrió en una discusión, como en tantos otros casos: “Un día con una discusión le dije (a la apropiadora) que iba ir a Abuelas porque creía que podía ser hijo de desaparecidos. Al otro día ella se sienta llorando y me dice que podía ser hijo de desaparecidos y me nombra a Héctor y me dice que él era muy joven y no sabía lo que hacía. Ahí no hablamos más del terma hasta que se entera que dio (el resultado de ADN como hijo de desaparecidos)”. Pablo cuenta cómo siguió su relación con los apropiadores, con quienes vivía hasta ese momento: “Hasta el 29 de diciembre de 2012 no se habló mas del tema, me daba mucha culpa. A nadie le gustaría estar acá pero para poder restituir mi identidad tenía que hacerlo. Saber la verdad es genial peor yo sabía que no iba a ser fácil”. Y avanza sobre la reacción de los apropiadores: “La reacción, fue que se sintieron mal, después me empezaron a preguntar quiénes eran mis padres, cuándo nací”. Y a continuación se explaya sobre las versiones contradictorias y engañadoras que le dieron sobre la llegada a esa casa: “Cuando se enteran hay una primera versión: que me habían ido a buscar a un lugar de monjas en san Fernando y que por eso me anotaron en san Fernando. Les pregunté por qué me anotaron ese día y dijeron que el día que tomaron contacto conmigo. También indagué si Héctor tenía algo que ver y primero que sí, después no. No sabían qué responder. Nuevamente les pregunté quién me entregó, y dijeron que sí. La versión de que me entregó Ángel (Girbone, padre de Héctor) aparece cuando hago la declaración ante la Justicia. Ahí me dicen que el que me entregó fue que él, que hizo los trámites era Ángel”. Le preguntan si esa versión es creíble y Pablo responde: “No, no me parece creíble. Lo que me parece más creíble es la versión de 2008, cuando (la apropiadora) se pone a llorar y me dice que fue Héctor, de hecho esa fue la pauta que me hizo dudar”. En cuanto a sus apropiadores cuenta: “Me llamaron Leandro. Salvador tenía una fábrica de etiquetas y Raquel trabajaba como costurera y durante un tiempo en casas de familia. Cuando conocí a Ángel Girbone era jubilado, lo veíamos asiduamente. Con Héctor, su hijo, teníamos mucho contacto de chicos, pero cuando empezó a viajar nos veíamos menos”. Le preguntan sobre el médico que firmó su partida de nacimiento apócrifa: “No sabía quién había firmado la partida, hasta que empecé con todo esto. Ricardo Lederer. se conocían con Héctor porque habían coincidido en el año de mi apropiación en el mismo destino, él era médico en Campo de Mayo, a donde había estado Héctor”, aclara. En cuanto a la asimilación de la noticia de ser hijo de desparecidos Pablo responde: “Recibir la noticia después de años de búsqueda fue sensacional, conocí a mi familia, eso es lo más lindo. Después recuperar la vida de uno es el día a día, trato de a poco, no puedo reconstruir los 34 años de una”, reflexiona y agrega: “De mis padres voy sabiendo lo que me cuenta mi familia Gaona Paiva y Miranda. Eran militantes del ERP en la zona de villa Martelli. El domicilio nuestro era en Barrio Norte. Mi papá era mecánico dental y trabajaba en una portería y mi mamá no sé”. Y concluye sobre la importancia de juicio: “Más allá de la sensación que pueda tener, yo también lo hice por ellos (su familia) porque trato de ponerme en la piel e mi abuela y de mis tíos y no me explico cómo pudieron aguantar 34 años de búsqueda de ausencia. También por mis padres Ricardo Gaona y María Rosa Miranda, que continúan desparecidos”. Sobre su presente dice: “Yo milito con Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de las 400 hermanos que aún falta encontrar, junto a otros nietos restituidos".


EL TESTIMONIO DEL TÍO RIGOBERTO GAONA PAIVA
Rigoberto Gaona Paiva es el mayor de los hermanos Gaona. También declaró sobre la búsqueda de su sobrino restituido y de su hermano y cuñada desaparecidos. “Mi hermano tenía 21 años cuando desapareció, María Rosa era mi cuñada. Mi hermano era mecánico dental y militaba en la Juventud Peronista de Villa Martelli, se conoció con mi cuñada militando, ahí, ella estaba en el ERP y terminaron los dos militaron en el ERP. Ellos ayudaban a la gente. Los veía seguido. Primero fueron compañeros de militancia y después cuando mi cuñada quedó embarazada la cosa se puso más seria”, rememora. Con respecto a su sobrino Pablo cuenta: “Vi al bebé una sola vez, y tengo la culpa de que no quise alzarlo… era tan chiquito que me daba miedo, tenía un año y un mes. Y eso es una cosa que me quedó (se emociona) porque después pasó tanto tiempo en llegarlo a ver ahora y a conocer. Era el primer nieto, el primer sobrino, nosotros estábamos contentos, queríamos hacerlo de un equipo, de otro, fue la primera y la última vez que lo vi. Y a mi hermano y cuñada también”. Rigoberto cuenta que ese encuentro se produjo en la casa de sus padres, y que se juntaron para celebrar la independencia de Paraguay (su país de origen) y la llegada de Pablo. “Nos juntamos el 14 de mayo del 78 porque era una fiesta patria paraguaya. Después no sabemos dónde se los llevaron. Ellos iban para su casa y nunca más los vimos. No sabemos si llegaron a su casa y los llevaron de ahí, o en el camino”. Luego describe el derrotero de la búsqueda infructuosa al principio: “Los primeros días, mi tía que ya no está y mi hermana hicieron la denuncia, pero no se la quisieron tomar en ningún lugar. Después la hicieron en un organismo de derechos humanos, y en el 79 cuando vino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también, ahí tomé dimensión de lo que estaba pasando, yo fui a hacer la denuncia. Yo pensaba que era mi hermano, cuñada y algunos más habían desparecido del barrio, pero no. Recuerdo que a nosotros, los extranjeros la denuncia nos las tomó (el secretario Ejecutivo de la Comisión) Edmundo Vargas Carreiro. Tiempo después, me llegó una carta de Estados Unidos preguntándome si yo sabía algo. Me quede mal, sentí una decepción, porque pensé que era una joda, una mentira, cómo me iban a preguntar a mí dónde estaba”. Rigoberto también recuerda la persecución que sufrió su familia en años de dictadura: “A fines del 79 vinieron y se llevaron a toda mi familia detenida, yo no porque era viernes y había salido. Se los llevaron a la madrugada y los tuvieron hasta la noche del otro día. No me daban ninguna información, nadie me decía nada, le juro que pensé en matarme. Fui al lugar que trabajaba y mi patrón que tenía un militar amigo me dijo que me iba a ayudar. Al otro día aparecieron todos. Cuando volvió la democracia fuimos al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) a dejar la sangre de toda la familia. Siempre fuimos a las marchas del 24 de marzo, siempre hemos acompañado la búsqueda” Y sobre la búsqueda de su sobrino confiesa: “Lo busqué siempre, hoy puedo hablar, antes me hacían el vacío mis amigos, mis vecino, ahora me preguntan, me escuchan, porque ahora es distinto. Lo buscaba siempre, nosotros somos muy futboleros, lo buscábamos en los partidos de fútbol, en la cancha y hoy lo encuentro en un ámbito más rico que el fútbol, el de la militancia”. Por último agradece y recuerda el día del encuentro: “Yo lo esperaba y agradezco a las Abuelas y a todos los que buscan. Me llamó la hija de Estela Carlotto (Claudia Carlotto, directora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad) y me dijo que tenía que ir, y yole dije no puedo ir ahora. Le pregunté hasta qué hora estaban y me dijo que hasta que llegara y ahí se me prendió la lamparita. Dejé la carga (porque soy fletero) y me fui. Me llamó María José (Lavalle Lemos), Cocó, y le pregunté si estaba ahí y me dijo lo habíamos encontrado. Yo entonces le dije que lo atara, que no se fuera hasta que yo llegara”, dice entre risas. “Fuimos a Abuelas, hablamos poquito, estuve toda la semana llorando y emocionado. Ahora presente estoy feliz, me inyectaron felicidad”, concluye.

EL TESTIMONIO DE LA ABUELA JUSTA PAIVA
La Abuelas paterna de Pablo Gaona también declaró sobre la desaparición de su hijo, su nuera y su nieto. “desaparecieron en una reunión familiar, esa noche desaparecieron”, luego le preguntan cómo se enteró de la desaparición: “Yo trabajaba en una casa y el encargado del trabajo de mi hijo me llamó ahí para decirme que hacía 15 días que no iba a trabajar. Ahí empezamos a buscar, ninguna comisaria nos quiso tomar la denuncia”, recuerda. Sobre su desaparición rememora: “Me llevaron detenida una vez, a mí a mi esposo y a dos hijos, nos llevo la Policía Federal, estuvimos en la calle Moreno. Me hacían preguntas de dónde estaba mi hijo. Y yo decía, por qué me preguntan a mí, si ellos sabían”. Sobre la búsqueda de Pablo contó: “Nosotros fuimos a dar la sangre al Hospital Durand (donde funciona el BNDG) y por eso supo, se entero”. Del encuentro con su nieto primogénito dice: “Me acuerdo que lo encontramos. A él lo encontraron, pero a mi hijo no. Lo mataron. Él tenía sus ideas no era asesino ni chorro era buenísimo, mi hijo, que siempre lo extraño y me hace falta. Hace poco tuve que hacer un tratamiento psiquiátrico porque estaba muy deprimida, pero haber encontrado a Pablo me ha servido para calmar esas angustias”. Y concluye: “Yo sufrí mucho todos estos años porque no sabía qué había pasado con mi nieto, hasta que apareció”.

EL TESTIMONIO DEL TÍO GILBERTO GAONA PAIVA
Gilberto Gaona Paiva es otro de los hermanos de Ricardo y tío de Pablo Gaona Miranda. Recuerda: “Desaparecieron el día que nos reunimos en lo de mi madre en Villa Celina, La Matanza, porque era la fecha de la independencia paraguaya y para conocer al primer nieto y sobrino. Mi hermano era paraguayo, llegó a los 12 años a la argentina”. Sobre el hallazgo dice: “Estoy muy alegre de conocer a mi sobrino, es muy parecido a mi hermano y a mi cuñada”.

EL TESTIMONIO DEL TÍO OSCAR GAONA PAIVA

El último en declarar en la extensa audiencia del lunes fue el tío menor, Oscar Gaona Paiva. Como sus hermanos recordó el día en que desapareció el matrimonio de su hermano Ricardo y María Rosa junto con su sobrino, los años de angustia y búsqueda y la felicidad del encuentro. Sobre el final pidió al Tribunal: “Quiero justicia, sin rencor, sin odio, pero quiero justicia. Sólo la justicia hace que estas cosas no vuelvan a suceder. Pienso mucho en mi mamá, en todo lo que debe haber sufrido, porque si yo como hermano sufriendo, no imagino lo que ha sido para ella”. Y remató: “Vengo a pedir un poco de justicia, porque un acto de justicia trae otro acto de justicia”.

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